Hábitos alimentarios saludables: definición y cómo afianzarlos

A estas alturas, no cabe duda de que la alimentación es una parcela fundamental en nuestras vidas y que todas y todos debemos prestarle la atención que merece.

No en vano, la OMS (Organización Mundial de la Salud) afirma lo siguiente: “Una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición, de las enfermedades no transmisibles, como la diabetes y las cardiopatías, los accidentes cardiovasculares y el cáncer”.

Así, y vista su gran importancia, en nuestros másteres de Nutrición y Salud formamos a profesionales para que hagan que sus pacientes sean capaces de llevar un estilo de vida óptimo a través de unos hábitos nutricionales saludables.

Te contamos más…

¿Qué son los hábitos alimentarios?

Para empezar, podemos definir un hábito alimentario como una rutina o conjunto de costumbres a la hora de comer. Estos hábitos pueden verse influenciados por factores ambientales, sociales, económicos… Es decir, el contexto tiene una incidencia, directa o indirecta, en lo que comemos.  

¿Cómo afianzar un hábito alimentario saludable?

Y, antes de que comencemos con este apartado, ten algo muy presente: aunque una persona no haya tenido nunca una buena rutina alimenticia, nunca es tarde para cambiarla y mejorarla.

Promover un estilo de vida saludable a nivel nutricional es todo un reto, pero, a la vez, es una de las funciones más gratificantes para las personas que trabajan en esta profesión.

Por ello, vamos a darte algunos consejos para abordar esta tarea con tus pacientes:

  1. Descubre cuáles son sus hábitos de alimentación

Durante las primeras sesiones de consulta es difícil conocer a la persona que tienes delante. Por ello, te aconsejamos que solicites a tus pacientes que elaboren un diario anotando desayuno, comida, merienda, cena… y todos aquellos alimentos o bebidas que vayan tomando a lo largo del día (incluso, indicando también el horario de tomas).

Además, ten siempre en cuenta sus circunstancias personales: ¿come fuera de casa? ¿tiene mucho o poco tiempo para comer en el trabajo? ¿sabe cocinar? De este modo, será más sencillo que te pongas en su lugar y les proporciones pautas adaptadas a sus circunstancias personales.

  1. Clasifícalos entre saludables y no saludables

Una vez conocidos y listado, es más sencillo discernir la conveniencia de cada uno.

Por un lado, la persona sabrá cuáles debe evitar y, a su vez, se sentirá reconfortada viendo que algunos de ellos sí son beneficiosos y se motivará a seguir por ese camino.

Y ahora que ya has realizado la fase de investigación, ¡pasemos a la acción!

  1. Propón alternativas

Una vez identifiques cuáles de estos patrones son insanos, llega el momento de ofrecer una solución (adaptada a cada situación, por supuesto).

Indaga en sus emociones y examina el contexto. En la gran mayoría de ocasiones la mala alimentación se relaciona con momentos vitales de estrés, ansiedad, cansancio o circunstancias personales que acaban reflejándose en la forma de comer.

  1. Identifica los “desencadenantes”

Cuando hablamos de desencadenantes lo hacemos de las circunstancias que llevan a la persona a consumir ciertos tipos de alimentos.

Por ejemplo, personas que tienen ansiedad o estrés pueden ser más proclives a adquirir malos hábitos alimentarios, igual que otras cometen excesos en el momento en el que se encuentran en un evento o reunión social.

Esta parte es clave para aplicar las correcciones necesarias y, también, para comprender a tu paciente y a las motivaciones o hechos que le llevan a comportarse así.

  1. Elabora un plan sostenible

A pesar de seguir todas las pautas nutricionales que has aprendido en el máster, el realismo y la practicidad siempre tienen que reinar en la planificación.

Por mucho que haya un plan ideal, si el paciente no puede seguirlo por sus circunstancias personales generarás una mayor frustración. Por consiguiente, adáptalo de forma que pueda ser cumplido, aunque sea menos ambicioso.

Esperamos haberte ayudado con estas recomendaciones para adquirir hábitos alimentarios saludables y que esta pequeña guía te sirva para ayudar a las personas que contraten tus servicios como nutricionista.

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