Cosmética convencional, natural, ecológica y sostenible: ¿son todas iguales?

Cuando hablamos de cosmética, nos referimos a la ciencia que estudia la acción y los efectos de los productos cosméticos. Y cuando lo hacemos de estos últimos, es sobre cremas, jabones, maquillaje, polvos, mascarillas, perfumes, desodorantes… así hasta una gran gama de variedades.

No obstante, y a medida que pasa el tiempo, esta disciplina ha avanzado tanto que han surgido nuevas corrientes dentro de ella. Por eso, hoy veremos cuáles son las características de la cosmética convencional, la natural, la ecológica y la sostenible, además de las diferencias que existen entre ellas.

Cosmética convencional

Dentro de la cosmética convencional se engloban aquellos que contienen ingredientes sintéticos como parafina, derivados el petróleo, conservantes y colorantes, aceites minerales…

Ciertamente, se trata de productos más sencillos de producir en cadena que, además, se adquieren fácilmente en tiendas y supermercados, sin tener que recurrir a lugares específicos para su compra. Esto explica su gran acogida entre el público general.

Otro motivo por el que se produce un consumo masivo es su valor. Dado que las materias primas son, por lo general, menos costosas, el precio de venta se reduce considerablemente.

Cosmética natural

Entendemos la cosmética natural como aquella que incluye principios activos que provienen de plantas, flores y minerales que respetan tanto el organismo como el medio ambiente. En resumen, y tal y como su propio nombre indica: elementos que están presentes en la naturaleza.

De hecho, uno de los motivos por los que precisamente surgió esta corriente es por la problemática que conlleva la cosmética convencional para ciertos consumidores, además de la creciente concienciación ecológica, que aboga por la supresión de químicos.

Cosmética ecológica

Esta tercera variante reduce o suprime el uso de aditivos y los compuestos que utiliza surgen de la agricultura o ganadería ecológicas, originando el nombre de cosmética ecológica.

De este modo, va un paso más allá que la anterior: no solo ha sido elaborada a partir de ingredientes de origen natural, sino que está en línea con la política de producción ecológica de la Unión Europea.

Así, y como ya habrás deducido, la cosmética natural no siempre es ecológica, aunque partan de bases similares.

Cosmética sostenible

La cosmética sostenible es aquella que, además de ser de procedencia natural, está certificada por no contener ingredientes químicos o conservantes que puedan ser dañinos para el cuerpo y el cuidado de las personas que la aplican.

Además de las diferencias obvias entre cosmética convencional, natural, ecológica y sostenible, hay un debate importante sobre el impacto medioambiental que cada una de estas opciones genera. Y aquí es donde la cosmética sostenible se desmarca del resto, al poner un enfoque no solo en lo que aplicamos sobre nuestra piel, sino también en cómo se obtienen y procesan esos ingredientes. Por ejemplo, en el caso de la cosmética convencional, el uso de derivados del petróleo y conservantes puede tener consecuencias a largo plazo tanto para nuestra salud como para el medio ambiente, mientras que la cosmética sostenible busca evitar el uso de estos componentes a través de alternativas más limpias y seguras.

Por otro lado, aunque la cosmética natural y ecológica comparten el uso de ingredientes naturales, no todas tienen el mismo nivel de certificación. Aquí es crucial entender que natural no siempre significa que sea mejor o más seguro. Un producto etiquetado como natural puede, en ocasiones, contener ingredientes que siguen siendo dañinos o poco éticos en su extracción. En cambio, la cosmética sostenible no solo evita estos problemas, sino que además busca generar un impacto positivo, reduciendo la huella de carbono y el desperdicio a través de envases reciclables y procesos de fabricación más éticos.

En definitiva, optar por la cosmética sostenible es una forma de cuidar de nuestra piel y del planeta de manera consciente, sin renunciar a la efectividad ni al lujo. Y para quienes buscan una formación profunda en este campo, el Máster en Dermocosmética es la oportunidad ideal para entender todos estos matices y convertirse en un profesional de referencia en el sector.

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